sábado, 14 de enero de 2012

Se descorrieron los niños,

Y sus ojos velados,

Por la luz de una entrega…que no hacía preguntas, ni daría respuestas.

Las tropas de amantes… cedieron el vuelo,

Ante la tregua… perdida batalla de los cisnes maltrechos.

En el camino, hacia el fondo, se escuchó un eco,

Gutural sonido… de una palabra sin hechos.

Cayeron los velos,

Los tiempos,

Los niños,

Sinuoso el sendero,

De tu cuerpo conmigo.

En las entrañas del alma,

Que desconocieron tu calma,

Abrí glorioso el sendero,

Que unía vuestro cielo, cara de un tipo de infierno.

El sudor de mi cuerpo,

Que camina sin trecho,

Blandiendo espadas, de otro tiempo en mí tiempo,

El sonido persiste,

Persisten los vientos,

Las voces…¡silencio!

Las voces que transgreden el tiempo.

Se descorrieron los niños,

Se alzaron al cuento,

Abrieron caminos,

Lugares para aquellos pasados que se encuentran conmigo.

martes, 3 de enero de 2012

Me estoy buscando en tus palabras,
intentando encontrar el reflejo que no me reflejas,
la calidez que no me llega,
como si algo se menguara,
y yo siempre estuviese del otro lado del río.

En ese transito de corazones, en la voz que despierta una calle,
en la mirada del desconocido... que al mirar bien dentro... deja de serlo.

Pero yo sigo del otro lado,
en mis ilusiones, o alucinaciones,
he dado paso, a los pasos...
recordándome de vez en cuando,
la visión de un llano, que sigo donde mismo,
aun cuando todo sea distinto.

Voy en el mismo tren como dices,
solo cambie de pasajero, como me acusas,
pero todos vamos en el,
lo que hacemos es cambiar de vagón,
y esa gente que estuvo antes sigue allí,
sólo que mutuamente nos hemos dejado de ver, lo que no implica dejar de sentir.

Porque me atrevo y no,
porque llevo mucho tiempo de pie en mí lado de la orilla,
como si consagrarse a un lugar,
fuese a mover las paredes que no me dejan avanzar,
o no me dejan o los dejo,
o no nos dejamos mutuamente,
tanto se acostumbra el rehén a su cautiverio,
como nosotros a nuestros miedos.