Su
mirada se perdió en el mar, como tantas otras veces, nuevamente sus
pensamientos se dirigían a una fría tarde de noviembre y a una carta de hace
tres años atrás.
Viernes 25 de noviembre
“Cariño, deseo escribirte hoy, para
expresarte un tanto de mis sentimientos, creo que dentro de las cosas que en
los últimos meses nos hemos dicho pesan más las hirientes o quizás simplemente
duelen más, por ello tengo muchos deseos de llenar esta carta de buenas
palabras, esas que hacen que el corazón respire más tranquilo, esas palabras
que cuando oímos de labios de quien amamos nos hacen sonreír.
Quizás por miedo o por orgullo, nuestra
botellita de amor ha ido perdiendo lugar, tú sabes, esa botellita que tan llena
estaba al inicio. A veces las personas
olvidamos que donde comienza a reinar el miedo y el orgullo disminuye el
espacio para el amor, para escucharlo, para guiarse por él, es por ello que
pondré un par de palabras en este escrito; y sabes algo, no será una definición
la que haré de ellas, pues siempre he creído que definir es limitar,
simplemente voy a describir... lo que significan para mí en relación a ti.
Pienso que Amor toma su real sentido, en
la grandeza de un hombre, el cual abre su corazón y se zambulle en lo más
profundo de la mujer que ama, arriesgando rasgar esas capaz de autoprotección
que todos con el tiempo creamos.
Amor eres tu escuchando sobre un pasado y
aun así tomando mi mano, amor eres tu oyendo lo que te duele y aun así
mirándome con ternura, amor eres tu siendo capaz de ser vulnerable, con la
confianza infinita de que esta mujer que hoy te escribe, intentara en lo
posible no herirte, aun cuando la mayoría de las veces de todos modos lo haga.
Amor eres tú siendo sereno y haciéndome ver que existe alguien que posee un
corazón grande y generoso, capaz de sostener un amor real.
Ternura, ternura son tus cánticos
inventados de la nada, que dicen en melodías lo que sientes por mí, ternura es
esa carita de niño que pone cuando quiere que le haga cariño. Son los dibujitos
de sus cartas, donde con la simpleza, que solo da un sentimiento puro, dibujas
un futuro e intentas expresar que puede existir algo más. Ternura son tus
mensajes, donde confiesas, tus intentos siempre fallidos de intentar
despertarme temprano, ternura es esa mirada y sonrisa instantánea que nacen en
tu rostro cuando piensas en cómo sería una “yo chiquita”, ternura son tus
deseos de ser padre, esos que no temes en ocultar porque te hacen fuerte, más
que a los demás.
Protección... la protección de mi niño es
especial, es callada y silenciosa, y se expresa en recomendaciones simples pero
repetitivas, como quien busca lograr indirectamente un bien mayor. Son tus
"no salga a caminar de noche", "me llama cuando llegue" y
que se expresa con una dulce amonestación cuando esa llamada no llega. Protección
es tu mano siempre abierta a la mía, tus nervios cuando algo me sucede y esa
ansiedad de no saber qué hacer. Tu protección son esas palabras en los momentos
complicados cuando lo único que me pides es que no me ponga mal, que no me
sienta culpable... tu protección es la generosidad de pensar en mi y olvidarte
un tanto de ti.
Valentía, esa palabra es un chico
enfrentándose a sus suegros por su novia... ¿se te hace parecido ese episodio?,
valentía es volver una y otra vez hacia la conquista del corazón de la persona
que consideras que lo vale. La valentía son tus manos que me detienen cuando me
marcho molesta y tus palabras que con el paso del tiempo me hacen entrar en
razón; es tu cuerpo abrazándome y diciendo que todo irá bien, aun cuando tienes
roto el corazón, tu valentía es incluso tan grande que no me anuncias que se
rompió, contar de devolverme la paz. Valentía son tus ojos mojados porque algo
te dolió y me permites compartirlo aunque ese algo lo hayamos causado los dos,
es saber que nunca serás menos por llorar... siempre y siempre sumarás”
¡Melissa!, ¡Melissa!… De pronto pareció
despertar de un sueño, al oír que la dulce y leal Sara le llamaba. Y se sintió
feliz, feliz de no haber llegado al fin, porque conocía la despedida y cuando
el alma se encuentra cansada de recuerdos, el que te despierten al presente se
agradece.
-¡Ya voy!-
-Apúrate no quiero que nos deje el tren,
¿tienes tus maletas listas?
-Sí, sí. No te apures.- Al comenzar la
marcha pensaba que finalmente por las faldas de las
alamedas y entre las amapolas seguía aquel sendero, -¿Sí lo recuerdas?- pronuncio
en un murmullo, como preguntándole a una presencia invisible. Seguro que sí se
respondió, ha de recordarlo… -solía tomarme de la mano, en los días en que la
oscuridad se asentaba en mi alma, con su mirada penetrante pronunciando la
palabra amor, ha de recordarlo-
Su
alma no concebía que no les pesara a los dos.