martes, 5 de febrero de 2013

Un minuto


Su mirada se perdió en el mar, como tantas otras veces, nuevamente sus pensamientos se dirigían a una fría tarde de noviembre y a una carta de hace tres años atrás.
Viernes 25 de noviembre
“Cariño, deseo escribirte hoy, para expresarte un tanto de mis sentimientos, creo que dentro de las cosas que en los últimos meses nos hemos dicho pesan más las hirientes o quizás simplemente duelen más, por ello tengo muchos deseos de llenar esta carta de buenas palabras, esas que hacen que el corazón respire más tranquilo, esas palabras que cuando oímos de labios de quien amamos nos hacen sonreír.
Quizás por miedo o por orgullo, nuestra botellita de amor ha ido perdiendo lugar, tú sabes, esa botellita que tan llena estaba al  inicio. A veces las personas olvidamos que donde comienza a reinar el miedo y el orgullo disminuye el espacio para el amor, para escucharlo, para guiarse por él, es por ello que pondré un par de palabras en este escrito; y sabes algo, no será una definición la que haré de ellas, pues siempre he creído que definir es limitar, simplemente voy a describir... lo que significan para mí en relación a ti.
Pienso que Amor toma su real sentido, en la grandeza de un hombre, el cual abre su corazón y se zambulle en lo más profundo de la mujer que ama, arriesgando rasgar esas capaz de autoprotección que todos con el tiempo creamos.
Amor eres tu escuchando sobre un pasado y aun así tomando mi mano, amor eres tu oyendo lo que te duele y aun así mirándome con ternura, amor eres tu siendo capaz de ser vulnerable, con la confianza infinita de que esta mujer que hoy te escribe, intentara en lo posible no herirte, aun cuando la mayoría de las veces de todos modos lo haga. Amor eres tú siendo sereno y haciéndome ver que existe alguien que posee un corazón grande y generoso, capaz de sostener un amor real.
Ternura, ternura son tus cánticos inventados de la nada, que dicen en melodías lo que sientes por mí, ternura es esa carita de niño que pone cuando quiere que le haga cariño. Son los dibujitos de sus cartas, donde con la simpleza, que solo da un sentimiento puro, dibujas un futuro e intentas expresar que puede existir algo más. Ternura son tus mensajes, donde confiesas, tus intentos siempre fallidos de intentar despertarme temprano, ternura es esa mirada y sonrisa instantánea que nacen en tu rostro cuando piensas en cómo sería una “yo chiquita”, ternura son tus deseos de ser padre, esos que no temes en ocultar porque te hacen fuerte, más que a los demás.
Protección... la protección de mi niño es especial, es callada y silenciosa, y se expresa en recomendaciones simples pero repetitivas, como quien busca lograr indirectamente un bien mayor. Son tus "no salga a caminar de noche", "me llama cuando llegue" y que se expresa con una dulce amonestación cuando esa llamada no llega. Protección es tu mano siempre abierta a la mía, tus nervios cuando algo me sucede y esa ansiedad de no saber qué hacer. Tu protección son esas palabras en los momentos complicados cuando lo único que me pides es que no me ponga mal, que no me sienta culpable... tu protección es la generosidad de pensar en mi y olvidarte un tanto de ti.
Valentía, esa palabra es un chico enfrentándose a sus suegros por su novia... ¿se te hace parecido ese episodio?, valentía es volver una y otra vez hacia la conquista del corazón de la persona que consideras que lo vale. La valentía son tus manos que me detienen cuando me marcho molesta y tus palabras que con el paso del tiempo me hacen entrar en razón; es tu cuerpo abrazándome y diciendo que todo irá bien, aun cuando tienes roto el corazón, tu valentía es incluso tan grande que no me anuncias que se rompió, contar de devolverme la paz. Valentía son tus ojos mojados porque algo te dolió y me permites compartirlo aunque ese algo lo hayamos causado los dos, es saber que nunca serás menos por llorar... siempre y siempre sumarás”
¡Melissa!, ¡Melissa!… De pronto pareció despertar de un sueño, al oír que la dulce y leal Sara le llamaba. Y se sintió feliz, feliz de no haber llegado al fin, porque conocía la despedida y cuando el alma se encuentra cansada de recuerdos, el que te despierten al presente se agradece.
-¡Ya voy!-
-Apúrate no quiero que nos deje el tren, ¿tienes tus maletas listas?
-Sí, sí. No te apures.- Al comenzar la marcha pensaba que finalmente por las faldas de las alamedas y entre las amapolas seguía aquel  sendero, -¿Sí lo recuerdas?- pronuncio en un murmullo, como preguntándole a una presencia invisible. Seguro que sí se respondió, ha de recordarlo… -solía tomarme de la mano, en los días en que la oscuridad se asentaba en mi alma, con su mirada penetrante pronunciando la palabra amor, ha de recordarlo-
Su alma no concebía que no les pesara a los dos. 

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