sábado, 4 de agosto de 2007


Extraviada en estas paredes,
que mutilan mis alas,
rosas llenas de espinas,
palabras con filo,
silencios que entierran,
atrapada en esta casa de grutas sangrantes,
llena de recuerdos que son hoy mi desvelo.

Víctima del destino y sus supuestos,
de mi cobardía y limitaciones,
maldita la espada que no me concede aliento,
ni herida mortal que robe la ultima exalacion.

Alucinación de una vida, que solo se desenvuelve en fantasias,
en pérdidas sin sentido,
luchando tontamente,
por mantener en pie mis pilares,
que solo sostienen un mundo de antaño,
ahora inexistente.

Malditas las paredes,
que se convierten en prisión,
eterna condenada,
de las palabras y su aflicción,
malditas las veces que me visita la libertad,
esa indestructible falsedad.

No servirá correr,
esta sellada mi orden de regreso,
nada lo puede contener,
se repite una y otra vez,
la pesadilla que me atrapa,
visitante de mis almohadas
y la muerte es imperecedera,
no hay descanso en los rincones,
que quedan hoy como aluviones,
si la vida es mi tormento,
la muerte no es el descanso,
nada merece mi existencia,
y mi existencia no se merece,
mientras que el yo,
sigue soñando con que existe,
sufriendo por tonterías,
atada aun a cierta existencia,
esa de ir de allá para acá,
como si vivir, fuera moverse,
y morir estar quieta,
cuantas veces entonces yo he muerto,
y aun sigo aquí,
traspasada por las espadas de las hadas,
que cortan mis alas.

Maldita la palabra que no basta,
el adjetivo que no contiene supremacía,
maldita la escritora,
maldita esta otra.. mí vida.

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